Fundamentos de Pedagogía Crítica

LA EDUCACIÓN COMO PRÁCTICA PARA LA LIBERTAD


La educación es el sistema que contribuye a que las naciones se desarrollen formando  a los individuos capaces de valerse por sí mismo para el bienestar propio, de su familia y la sociedad  y con ellos ser libres, no ser dependiente de nadie, posibilitando mejoras en la calidad de vida. De este aspecto trata este ensayo, donde Paulo Freire expone ideas referidas a la libertad, los oprimidos, alfabetización, las cuales sirven de reflexión para lograr la ruptura y la transformación que requieren las naciones.
En este sentido, la práctica de la libertad se logra con educación, proporcionándole a los individuos las competencias que se requieren para salir adelante, lograr la independencia no solo económica, sino cultural, política, social y solidaria. Considerando que una persona que adquiere conocimientos generales actúa con libertad de pensamiento y proceder. Por ello Freire (S/f), señala que la educación verdadera “es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo” (p. 3)
Esta afirmación implica que es a través de educar y formar al hombre se logra transformar lo que se vive, refiriéndose a aquellos oprimidos, que viven en extrema pobreza, que son dirigidos y orientados por otros, aseverándose que es a través de una verdadera educación, se logra la libertad de pensamiento y acción y con ello la transformación. Siendo fundamental la actitud abierta, creadora y crítica de quien tiene la noble misión de educar.
De tal manera, que las formas y métodos tradicionales de alfabetización son insuficientes para alcanzar la verdadera libertad, con ello lo que se logra es domesticar al hombre, para que éste actué de acuerdo a normas impuestas, contrario a la verdadera libertad, donde se aspira a formar para que el individuo sea capaz de ser un revolucionario de los cambios que se requieren, con capacidad de discernir con ideas propias y librarse de la dominación de otros.
Sobre esta realidad trabajo Paulo Freire en Brasil, buscando dar libertad a través de la enseñanza, situación que no podía ser tolerada por la sociedad dominante, quienes no vieron con buenos ojos la alfabetización masiva que fomentó este pedagogo, logrando que los campesinos y la clase pobre accediera al conocimiento y con ello adquirir coincidencia de la importancia de ser realmente libre y fomentando  la capacidad de librarse del dominio de otros, quienes les interesaba que siguieran en la ignorancia.
En este sentido, Freire (ob.cit), señala que la alfabetización “no puede ser concebida como un acto mecánico, mediante el cual el educador "deposita" en los analfabetos palabras, sílabas y letras” (p. 5). Aspecto, que todavía en pleno siglo XXI es practicado por muchos educadores, quienes repiten lo que a ellos les enseñaron para que sus estudiantes también las reciban, sin importar el pensamiento y experiencia de éste.
Este tipo de educación frecuente en todos los niveles y modalidades educativas, desde la educación inicial hasta la universitaria, responde a la política educativa y estructuras de dominación de la sociedad que impera en el momento. Así, la educación sigue siendo domesticadora, con poco o ningún espacio para la transformación y el cambio que requiere de individuos críticos y capaces de resolver los problemas de su entorno.
En atención a ello, la verdadera alfabetización de acuerdo a Freire (ob.cit):
Solo será auténticamente humanista en la medida en que procure la integración del individuo a su realidad nacional, en la medida en que le pierda miedo a la libertad, en la medida en que pueda crear en el educando un proceso de recreación, de búsqueda, de independencia y, a la vez, de solidaridad (p. 6)
Apoyando esta postura, se requiere una educación que de libertad a la persona para que piense, reflexione, critique y exponga sus puntos de vistas, es concienciar, es decir, sensibilizar y liberar su concomimiento, lograr un cambio de mentalidad pobre a una crítica, futurista y emprendedora.
Para lograr esta concienciación, es fundamental que la persona que enseñe reconozca las injusticias y las necesidades de las personas, que tenga la capacidad de dejar ser el otro, entender que las personas por muy iletradas que sean siempre tienen algo que enseñar. En este sentido, la educación es diálogo, tanto educando como educador se integran para alcanzar la libertad a través de la practica. Por ello, es vital dejar atrás las prácticas de la educación bancaria, donde el estudiante es como un banco donde llegan todos los depósitos ofrecidos por el educador.
Para superar estas practica, es fundamental promover y fortalecer la educación liberadora, como lo señala Freire (ob.cit), “1) que nadie educa a nadie; 2) que tampoco nadie se educa solo; 3) que los hombres se educan entre sí, mediatizados por el mundo” (p. 8).

Esto significa, comprender que quien enseña y aprende poseen conocimientos que sirven para instruirse unos de otros, que existe la necesidad de educarse a través de otros, pero con dialogo, a través de la práctica y experiencia. Entender que la educación debe ser reflexiva, critica y transformadora y para ello es necesario ver el mundo desde el punto de vista del educador y del educando.
A propósito de esta reflexión, es necesario romper con esa postura domesticadora, oprimida e injusta con los menos privilegiados y para ello es impredecible partir de la idea de que el ser humano está relacionado estrechamente con el mundo, del cual tiene sus propias esquemas mentales que deben ser explotadas y desarrolladas para alcanzar el desafío que impone la sociedad y no impuestas a través de ideologías o consignas.
Es necesario, entonces que el hombre cambie a través del tiempo, que vaya acorde con él, que no solo se adapte, sino que se ajuste pero con criticidad, libertad y humanismo. Para ello es vital formar para la integración, permitiendo la participación para la creatividad y decisiones que deben orientar el rumbo de su vida hacia la libertad.
En consecuencia, el hombre se vuelve sujeto de su propio destino, decidiendo que es lo adecuado para sí mismo y su entorno, con actitud crítica y comprensión de los acontecimientos de la época, interfiriendo con ideas creativas e innovadora. De esta postura nace el hombre radical y se impone ante el sectarismo, el primero es crítico, expone sus ideas y respeta la de los demás, es reflexivo; mientras que el sectario es fanático, no respeta la opción de los demás e impone sus ideas.
En este sentido, la humanización y liberación del hombre ha estado sujeta al sectarismo, más que al radicalismo, como lo plantea Freire (ob.cit), porque con este pensamiento, el hombre “jamás hará una revolución verdaderamente liberadora precisamente porque tampoco el es libre” (p. 18). Siendo verdaderamente importante la educación para que el hombre despierte y comience a integrarse al mundo de manera crítica y optimista logrando la libertad.
Por lo tanto, la acción educativa contribuirá al desarrollo, porque precisamente va a favorecer la participación de los pueblos, haciendo que cada hombre tome conciencia de participación, de declinar la postura de objeto para convertirse en sujeto de cambio en los procesos históricos. Esta situación, como la explica Freire, la vivió Brasil, antes de la alfabetización era una nación cerrada, sectarita y sin libertad, después de ésta, amenazando la destrucción de las elites de privilegiados.
De este modo, para comprender la transición de esa sociedad cerrada a una abierta y democrática, la cual se logró y se sigue profundizando por la formación educativa, porque como otros pueblos de América Latina hubo que luchar con una marcada colonización, explotación y esclavitud. Estos vicios aun persisten, evidenciándose formas de dominación hacia el hombre.
En el marco de tales reflexiones, la democracia como forma de gobierno se logrará a plenitud cuando el hombre desarrolle un comportamiento humano para debatir ideas y problemas, participar e integrarse voluntariamente, creando instituciones que permitan la participación en la construcción de su sociedad, posibilidades que se alcanzan con la educación integral, sistema que hará posible el impulso para la libertad.

A propósito de los planteamientos surgidos en este ensayo, se culmina el mismo  haciendo un llamado a los colegas docentes para razonar sobre la alfabetización como método de enseñanza, el cual debe ser desarrollado procurando la integración a la realidad que vive el individuo, es decir, concienciar, para que éste aprenda a ser crítico, responsable, creativo e innovador para buscar alternativas de solución a los problemas que tenemos en el país.

Ensayo sobre La pedagogía crítica y la interdisciplinariedad en la formación del docente. Caso venezolano
Mucho se habla hoy en día en torno a las necesidades de la pedagogía y cuáles serían los caminos ideales para poder mejorar la calidad de la educación. Se dice que hay mucho que rescatar y otras tantas cosas permitir que se acaben; Estas opiniones no surgen a partir de estudios academicismos, sino del sentir de las personas, que si somos objetivos es bastante “subjetiva”. Todo este mecanismo social, por supuesto, nos ha afectado duramente. Nuestra capacidad de razonamiento ha disminuido y se ha instaurado en nuestras personas el culto a la comodidad y a nuestro bienestar económico y físico. Atrás quedaron los Quijotes, los Sócrates, y tantos otros que lograban ver más allá de las fronteras de la realidad limitante y sólo con su existencia lograban dar un vuelco al mundo. Hoy habita la sumisión ante los que tienen mayor poder y ante quienes dominan el conocimiento. Es por ello que nos hacemos la siguientes interrogantes ¿La sociedad como la estamos percibiendo, merece más que una simple opinión? ¿Requiere de acción y de auxilio? Esa acción puede verse reflejada en diversas áreas, pero una de las únicas capaces de provocar un cambio verdadero y que realmente resalte es la educación, la cual es una labor de todos, de apoderados, alumnos y la comunidad educativa en general.
Cabe destacar, lo que para nadie es un secreto que la situación actual de la formación docente en Venezuela revela una falta de producción de conocimientos nuevos, desintegración y deficiencia en cuanto a formación pedagógica por parte de los docentes. Asimismo, tampoco es un secreto el hecho de que la pedagogía como ciencia se ocupa de la formación del ser humano en las diversas áreas del saber, y  que según Jaime Rodríguez Mendoza, “es el arte de transmitir experiencias, conocimientos, valores, con los recursos que tenemos a nuestro alcance, como son: experiencia, materiales, la misma naturaleza, los laboratorios, los avances tecnológicos, la escuela, el arte, el lenguaje hablado, escrito y corporal”. Por lo que este libro propone, que la Pedagogía Crítica se constituya en el eje transversal del currículum de las instituciones de formación docente, por cuanto sus principios (relación teoría y práctica, racionalidad crítica dialéctica, contextualización, investigación-acción, deliberativa, colaborativa y finalidad ética) han de estar presente a lo largo de la carrera. Sólo así, se contara con un pedagogo que reflexione sobre y durante su práctica, que investigue y produzca conocimientos y saberes mediante el pensamiento crítico-dialéctico, que atienda al contexto y transforme la realidad. La pedagogía critica, propicia en el docente la apropiación de conocimiento y saber propio de la Pedagogía, es decir, el docente se constituye como sujeto de la enseñanza, como pedagogo que crea el saber pedagógico y desarrolla la práctica pedagógica. El saber pedagógico es la manifestación de la práctica pedagógica, al tiempo que le permite al docente ejercer la práctica, así que el saber pedagógico y la práctica pedagógica están interrelacionadas. Esta reivindicación que aporta la Pedagogía Crítica a la formación docente resulta de mucha significación porque el educador de hoy presenta deficiencias en cuanto a la formación epistemológica y pedagógica. De allí, la importancia de considerar la Pedagogía Crítica en el diseño y desarrollo del currículum de formación docente.
Es importante resaltar, que lo que llevo a proponer la pedagogía critica como el eje transversal del currículum de las instituciones de formación docente, fue algunas debilidades en el Diseño Curricular de 1997 de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL), todo esto en su desarrollo, se pone de manifiesto en la evaluación curricular iniciada en el 2002, donde se encontró acentuada, la repetición de objetivos y contenidos en listas de cursos o asignaturas separadas entre ellas sin una debida integración de conocimientos.
En este orden de ideas, la formación docente en nuestro país nos muestra una realidad que ni siquiera se acerca a los cambios y nuevos paradigmas que coexisten en el vivir de nuestros días y a una cultura y una historia que se construye con el día a día. Pareciera como si la realidad se hubiese detenido hace tiempo atrás. Se mantiene la lógica y el mismo enfoque epistemológico que le dio origen a la formación docente en nuestro país. Las prácticas profesionales están desvinculadas de la realidad escolar donde actuará el futuro profesional, no responden a sus necesidades y al ámbito cultural. Constituyen espacios donde el practicante reproduce modelos tradicionales de la práctica pedagógica, como una experiencia pasajera, desarticulada respecto a los proyectos de la escuela. Generalmente, se desarrollan al final de la carrera sin una integración real con la totalidad de la formación inicial del docente. Todo esto nos lleva a concluir que, la formación docente actual se fundamenta en los viejos modelos pedagógicos, inscritos en la racionalidad que: (a) separa los problemas pedagógicos del contexto histórico, económico, social, político, cultural; (b) prioriza el trabajo individualizado del docente; (c) establece el criterio de objetividad mediante el cual, el conocimiento no está afectado por valores, por ende, no hay espacio para el pensamiento crítico, la imaginación, lo socio-cultural e histórico.
La Pedagogía Crítica favorece la formación pedagógica del docente porque la asume como la ciencia que se ocupa de la formación del ser humano. Por ello reivindica la Pedagogía como espacio de saber propio donde se produce saber pedagógico mediante la reflexión, la investigación de la comunidad de docentes y estudiantes. La Pedagogía Crítica entiende que el docente debe formarse como pedagogo para enseñar la diversidad de disciplinas y favorecer la formación integral, la humanización y el desarrollo del hombre.
Por consiguiente, lo que se propone en este libro es asumir la Pedagogía Crítica como fundamento y eje transversal de la formación docente. Es decir, es importante que ella se constituya en el sustento teórico-práctico y atraviese toda la carrera. Que permita a los docentes lograr introducir a los educandos dentro del tema y saberes teórico prácticos o viceversa, forrándolo de gran significatividad, debido a lo siguiente: (a) Sus principios (relación teoría-práctica, contextualización, construcción critica liberadora, investigación-acción deliberativa, colaborativa y finalidad ética) deben considerarse en el diseño y desarrollo del currículo de formación docente; (b) la enseñanza de toda disciplina requiere la aplicación de dichos principios; (c) la Pedagogía Crítica por su carácter interdisciplinario, se relaciona con otras ciencias que estudian la educación, desde sus propias perspectivas.  Es por ello, que la Pedagogía Crítica debe constituir en la formación docente, un eje transversal que articule las disciplinas, contemple las relaciones entre los contenidos, sus metodologías, con una visión de totalidad, que atienda la complejidad de lo educativo y del contexto donde está inmerso, para buscar soluciones y transformaciones cónsonas con nuestra realidad. De manera "que la interdisciplinariedad sea un contenido de aprendizaje" (Zabala, 1999, p. 58). La interdisciplinariedad ha estado presente desde la antigüedad, sin embargo, fue en el siglo XX que empezó a surgir la interrogante de si las disciplinas nacientes y hasta ese momento aisladas y fragmentadas, podrían unificarse logrando un conocimiento superior, que sirviera como ayuda a la nueva sociedad, que requería un cambio en todos sus aspectos.
Ante lo expuesto, es necesario acotar que la interdisciplinariedad es también asumida como una estrategia de enseñanza aprendizaje que según Perera, 2000, dice: “que prepara a los estudiantes para realizar transferencias de contenidos que les permitan solucionar holísticamente los problemas que enfrentarán en su futuro desempeño profesional”. En concordancia, el actual desarrollo científico tecnológico demanda la integración de saberes, cualquier problema sociocultural o profesional que un individuo enfrente es casi imposible abordar y penetrar en su esencia desde la concepción meramente disciplinar. Es por ello que la interdisciplinariedad ha sido un tema obligado en la comunidad pedagógica, no solo en el discurso, sino también en la práctica pedagógica a escala nacional e internacional.
Sobre esta base y en atención a la situación actual de la formación docente en nuestro país, planteada en el aparte anterior, consideramos la importancia de la Pedagogía Crítica, para abordar con un enfoque crítico la formación del docente, tomando en cuenta aspectos fundamentales, los cuales son relevantes para generar las transformaciones requeridas y así formar al docente del siglo XXI.
Cabe señalar, que la formación pedagógica, desde la perspectiva de la Pedagogía Crítica, le provee al docente herramientas para entender la estructura y metodología de las disciplinas, replantear la conceptualización, hacerlas accesibles a los estudiantes y atender a sus necesidades de aprendizaje, mediante el establecimiento de relaciones cognoscitivas y conexiones con la realidad (con lo que conoce el estudiante y le es más familiar y los recursos que tiene a la mano). Asimismo, facilita la comprensión e interpretación de la integración de elementos conceptuales derivados de lo científico, social, cultural e histórico. También contribuye a que el docente construya y se apropie de una identidad como pedagogo, valorizando el ser y el hacer de su profesión, concienciando el compromiso social e histórico que involucra su labor en la formación de las generaciones futuras, entendiendo así la proyección a futuro que tiene su misión como formador del conocimiento.
En definitiva, se puede decir que la Pedagogía Crítica es la reflexión sobre la teoría y la práctica de la educación, fundamentada en el pensamiento crítico, la racionalidad dialéctica y en las aportaciones de la Escuela Nueva; también, que esta contribuye al desarrollo de la teoría pedagógica mediante la enseñanza sustentada en la reflexión sobre la práctica, a fin de generar la praxis. La práctica pedagógica crítica y reflexiva favorece la relación teoría y práctica, donde ambas se relacionan en un intercambio de razonamientos y argumentaciones para propiciar la producción de conocimiento y saberes con un enfoque interdisciplinario (con una verdadera reciprocidad de intercambio y por consiguiente enriquecimientos mutuos). Así, favorece la formación pedagógica del docente con miras a mejorar el proceso enseñanza aprendizaje, propiciando el entendimiento y la producción de la teoría pedagógica y su fundamento en la práctica pedagógica diaria, favoreciendo el perfeccionamiento del docente en su práctica pedagógica, mediante la investigación acción emancipadora y la deliberación colaborativa. De esta manera, se forja un docente autónomo y partícipe, junto al educando, en la construcción social, histórica y permanente del currículum. Por todo esto se hace necesario, que desarrollo curricular de la formación docente, vaya acompañado de los cambios en la concepción y diseño curricular del sistema escolar donde ejercerá el futuro profesional. Resulta fundamental entender la necesidad de asumir la formación docente como un proceso socio-histórico, que se desarrolla en un contexto determinado, con dinámicas y cambios propios, los cuales han de considerarse.



“La educación es un acto de amor, por tanto, un acto de valor. No puede temer el debate, el análisis de la realidad: no puede huir de la discusión creadora, bajo pena de ser una farsa”.
Paulo Freire

Ideas pedagógicas de Luís Beltrán Prieto Figueroa
Fue llamado maestro de maestros, un ilustre venezolano que motivado por la vocación de enseñar al más necesitado, pero con valores democráticos impartidos por el Estado. El maestro Prieto fue un eminente pedagogo que supo unir su pensamiento con su práctica en la defensa y justificación del estado-docente y para lograr una educación pública laica, universal, gratuita y obligatoria. Además, fue un entusiasta promotor de la Escuela Nueva y de las innovaciones educacionales que de ésta se derivaron. Es importante recordar que contribuyó a la creación del INCE (1959). Para Prieto Figueroa la educación debía responder al interés de la mayoría y en tal sentido habría de ser democrática, gratuita y obligatoria combinando la igualdad de oportunidades y la selección sobre la base de las capacidades del individuo. EL maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, desarrolla sus ideas pedagógicas en relación con los fundamentos doctrinales de la democracia sus posturas frente a la educación venezolana, en la miseria social y cultural de la Venezuela gomecista (1908-1935). La obra educativa del Maestro Prieto está influenciada por las ideas del estadounidense John Dewey, quien fue un pedagogo de la clase media de derecha; él proponía una escuela orgánica a la democracia representativa que le servía al capitalismo. El Dr. Prieto sistematizó los principios y tesis de la denominada Escuela Nueva, lo cual justificó grandes avances en materia educativa especialmente durante el gobierno de López Contreras, donde se promulgó la lucha contra el analfabetismo, reorganización de las escuelas normales y el establecimiento de otras nuevas, creación de jardines de infancia, reorganización de escuelas primarias, creación de escuelas primarias experimentales, construcción de edificios para escuelas primarias modelos, incorporación del libro y la radio como medios para la educación, educación popular, educación física, adecuada preparación científica para el ingreso a las universidades y a las escuelas técnicas, creación del Instituto Pedagógico Nacional y la reorganización de las universidades. En este sentido, el Maestro Prieto, desde su concepción pedagógica de la Escuela Nueva, desarrolló un enfoque progresista, según la realidad venezolana en aquellos tiempos, proponiendo una educación para la formación del hombre integral como miembro activo de una comunidad, como ciudadano libre y responsable de su desarrollo económico y social capaz de incidir en el beneficio de todos. Su teoría pedagógica lo llevan a postular una escuela que eduque en libertad y en el amor a la justicia y a la ley para enseñar a los venezolanos a vivir socialmente en libertad y en paz. Decía el maestro: “El Estado interviene, por derecho propio, en la organización de la educación del país, y orienta, según su doctrina política, esa educación”. Por tanto, si el Estado es absolutamente democrático la educación lo será también. Las ideas filosóficas y sociológicas del Estado docente fueron: en toda sociedad, la educación sirve a elevados fines sociales; la idea de la escuela unificada, asentada sobre el criterio de la educación popular y democrática; la formación de los docentes en instituciones controladas por el Estado; con el derecho de aprender que tiene el niño, se relaciona el deber de enseñar, que se asigna el Estado, en la Constitución y en la Ley de Educación Venezolana; la función de la educación es promover el cambio, propiciar el progreso, que sólo se realiza por el aprovechamiento de los elementos de las creaciones anteriores para crear cosas nuevas, bienes y valores nuevos. El eje de la filosofía educativa del maestro Prieto Figueroa se centra en el Humanismo Democrático-Humanismo Educativo, el cual consiste en desarrollar las virtudes del hombre, colocándolo en su medio y en su tiempo, al servicio de los grandes ideales colectivos y concentrados en su tarea para acrecentar y defender valores que, si fueran destruidos pondrán en peligro su propia seguridad, constituye, en nuestro concepto, el fin supremo de la educación. Para el Dr. Prieto el fin supremo de la educación es desarrollar las virtudes del hombre, colocándolo al servicio de ideales colectivos y enfocados en el realce de valores que le den el principio de la soberanía plena. Al respecto, existe coincidencia de estas ideas con las planteadas por Paulo Freire, quien propone la configuración responsable del individuo para su propio rescate, por tanto, hablar de alfabetizar implica acción y efecto de concienciar. Finalmente, el Maestro Luís Beltrán Prieto Figueroa constituye uno de los revolucionarios educativos más influyentes en nuestro país, por su labor pedagógica y su lucha política para lña transformación de un estado opresor en un estado democrático, participativo e incluyente, en fin en un Estado Docente.

LA PRÁCTICA PEDAGÓGICA EN EL AULA: UN ANÁLISIS CRÍTICO
Se trata en este ensayo de analizar la práctica pedagógica en el aula partiendo de la internalización de la cultura en la formación de los niños, niñas y jóvenes de un país.  Considerando que la educación es la llamada a trasmitir esa cultura en función de los valores, costumbres, tradiciones y creencias que hacen que las generaciones conozcan sus raíces, tomando en cuenta la importancia de darles un espacio para el desarrollo de habilidades y creatividad de ellos mismos.
Cabe destacar que en investigaciones expuestas por la autora de este articulo Prieto (s/f), destaca que existen debilidades acentuadas en las funciones que está cumpliendo la escuela, al considerar el bajo rendimiento académico y de conocimientos que poseen los estudiantes de bajos recursos  en las áreas de castellano y matemáticas, evidenciándose una desventaja para el ingreso a la educación media general.
Esta situación, conlleva a analizar los agentes comprometidos con la educación, especialmente al docente en cuanto a la practica pedagógica que desarrolla el en aula de clase día a día, trasmitiendo una cultura poco significativa para el estudiante, con contenidos pobres de información y relevancia para la vida. Indudablemente que ésta problemática no sólo recae en el docente, sino en los programas y proyectos que a nivel nacional propone el Ministerio y que sin duda hay que seguir lineamientos.
En ese sentido, es necesario realizar un análisis crítico a los currículos, donde se propone la trasmisión de contenidos ya elaborados por personas que en la mayoría de los casos desconoce la realidad de cada región y localidad del país. En ellos se plantean el cuerpo de competencias que debe asumir el estudiante de acuerdo a su nivel de aprendizaje y la cultura tradicional que deben ser acatados por docentes y estudiantes.

De tal manera, que el docente desarrolla esos contenidos ya programados y supuestamente valorados para la formación del ciudadano y ciudadano que requiere la nación, sin embargo, se dejan otros aspectos importantes que no se incorporan en el aprendizaje del estudiante, aún siendo son realmente significativos. Es aquí, donde el currículo agregado cobra fuerza como lo explica Díaz (citado por Pietro, ob.cit),
Este modelo se identifica con la determinación de objetivos de conductas observables; compartimentalización de los contenidos, aprendizaje secuenciado, refuerzo positivo e instrucción directa. Esta perspectiva es compatible con algunos logros valorados por la sociedad: almacenamiento de conocimientos y manejo de destrezas básicas de comunicación. Estos logros, sin embargo, no agotan ni incorporan todo lo que se espera que aprendan y sean los estudiantes (p. 77)

Esto significa, que el currículo agrega una cantidad de objetivos que importan ser aprendidos, las practicas pedagógicas deben se desarrolladas de manera secuencial, atomizadas y verticales para cumplir con lo que reclama una cultura especifica con  valores y normas definidos y establecidos como lo importante para los estudiantes.
De lo anterior se deduce, que el currículo único establecido por las prioridades políticas y sociales muchas veces no responde a las necesidades e intereses de los estudiantes y del medio donde se encuentran. En contraposición con ese tipo de currículo surge la perspectiva crítica, que sostiene que los contenidos pueden ser negociables, flexibles, contrastados y construidos a partir de la realidad que se vive.
  Con referencia esos planteamientos surge la necesidad de analizar la práctica pedagógica del docente en el aula de clase, porque éste es quien tiene el rol fundamental, observándose en todos los tiempos la autoridad de éste y  obediencia de los estudiantes. Reconociéndose que el docente sigue unos lineamientos emanados de los currículos oficiales tanto explícitos y no explícitos, pero apegados a ellos para cumplir con su labor.

Esos contenidos construidos sobre la base de la herencia cultural son trasmitidos a través del lenguaje y la interacción que tiene el docente con los estudiantes, a través de la comunicación y explicaciones que representan una cultura de acuerdo a la sociedad y el nivel social de los estudiantes, ofreciéndoles informaciones limitadas, conocimientos parciales o cargados  de ideologías del momento, sin dejar espacio para la reflexión propia, de la creatividad e ideas de los mismos.
Lo señalado permite reflexionar el papel que juega el docente en las aulas de clase, demostrándose tristemente que los estudiantes escasamente son tomados en cuenta al momento de las planificaciones para asegurarse la selección de contenidos que a él ó ella le gustaría aprender; el docente es quién decide que contenidos va a  desarrollar en determinados lapsos, guiándose (ahora) por los problemas seleccionados en el Proyecto Educativo Integral Comunitario (PEIC), donde la mayoría de las veces dichos problemas están desarticulados de la realidad, así como de los propios códigos culturales y concepciones pedagógicas y filosóficas que tiene el docente.
Por esta razón, la mayoría de las ideas que tienen los estudiantes han sido inculcadas por el propio docente, vistas por éste del mundo dominante, modificando la esencia del proceso de enseñanza aprendizaje, que no debe ser otro que la formación del hombre crítico que poco o mucho tiene  un marco de referencia por experiencias, conocimientos e ideas que pueden ser discutidas y aceptadas en el aula de clase.
Por otra parte, los docentes proyectan sus expectativas tanto en los contenidos como en los comportamientos que se esperan del estudiante, al ser diferentes éstos son marcados, construyendo una imagen del mismo por  alguna circunstancia que no correspondía con lo requerido por el docente. Trayendo como consecuencia una imagen negativa, difícil de desarraigar, haciendo que el estudiante mantenga dicho comportamiento acorde a la etiqueta impuesta.
Al respecto, López (citado por Pietro, ob.cit), señala”la rotulación de los alumnos por parte del profesor y las expectativas que él tiene respecto de los mismos, se traduce en comportamientos que finalmente llevan a los alumnos a comportarse según lo esperado” (p. 85). Esto indica, que el rotulo impuesto  se lo llega a crear el estudiante y en consecuencia actuara en función del mismo.
Desde estos referentes, se evidencia los efectos que tiene la práctica pedagógica del docente en aula de clase con respecto a los estudiantes, evidenciándose consecuencias serias tanto en lo académico, social y cultural. Por lo tanto, lo que trasmite el docente es determinante para ilustrar o desfigurar  la realidad ya sea por las experiencias o el marco de referencia que este posea, ofreciéndole vivencias limitadas o pocas significativas.
Esta situación provoca un desfase de lo aprendido y lo vivido por el estudiante porque éste puede tener diversos marcos de referencia distintos al docente, pero la limitación de no ayudarlos a ser críticos y razonables, con capacidad para expresar sus puntos de vista, hacen que éste no respondan a las exigencias y expectativas de los docentes, sobreviniendo el fracaso escolar.
En este sentido, continuar con una práctica pedagógica tradicional, desfasada de la realidad; formar para reproducir y almacenar información no va a contribuir a provocar estudiantes críticos, autónomos, con expectativas propias y capacidad de análisis para explicar la realidad que ellos viven, construyendo el conocimientos en función de lo que saben y con deseos de participar en soluciones efectivas y originales a los problemas de su entorno.
Esto evidencia, que el currículo agregado hasta ahora ha pretendido la  formación y preparación de los estudiantes de acuerdo a la ideología que impera en la sociedad, de acuerdo a las normas y valores significativos social y culturalmente, ocultamente se evidencian contenidos e informaciones que pretenden imponérselos a los estudiantes para que éstos a su vez lo incorporen a su vida, dejando a un lado la posibilidad de ser auténticos y autónomos.
Ante esta realidad, es imperiosa la necesidad de un cambio de actitud de las prácticas pedagógicas que realizan los docentes en el aula, cambiar la rutina escolar  por una pedagogía más activa, dando oportunidad para el análisis y reflexión por parte de los estudiantes, a través de promocionar  diálogos de los contenidos necesarios a aprender, recibir con agrado las aportaciones de los mismos, pero sobre, proporcionar espacios para que ellos mismos descubran los conocimientos que requieren.
Desde este referente, las salas de clase deben convertirse en laboratorios para el aprendizaje a través del compartir experiencias, interactuar  con las ideas, dialogar y discutir los sucesos del día a día y cómo de ellos se debe aprender; realizar críticos de las informaciones que se producen en los diversos medios de comunicación, aportando ideas creativas y originales para resolver los problemas de la escuela y comunidad.
En este sentido, el debate en torno a la práctica pedagógica por parte del docente debe centrarse en desarrollar las habilidades de los estudiantes, conocer las destrezas que cada uno posee y en función de ello trabajar para alcanzar las competencias requeridas en la actualidad, que lo aprendido en el aula se asemeje con su realidad y las necesidades requeridas en su contexto social y cultural.
En el marco de tales reflexiones, se concluye este ensayo afirmando que se logrará una educación de calidad en la medida que las prácticas pedagógicas en el aula sean autenticas a los intereses de los estudiantes, más que a los compromisos ideológicos  y culturales que subyacen en los currículos de los diversos niveles y modalidades del sistema educativo actual.



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